Darwin Cardona
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
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y se levanta y dice al verme: nadie.
Una
calle solitaria nos puede representar tranquilidad, pero a la vez puede
representar peligro, más cuando caminamos a altas horas de la noche o por
calles que no conocemos.
Muchas
veces nos sugestionamos, tenemos presentimientos sentimos que nos siguen y
somos víctimas de nuestros propios miedos y a la vez muchas personas, somos víctimas
de nuestros propios miedos e igualmente los demás pueden ser víctimas de su sugestión
y pensar o sentir que los estamos siguiendo, pero al final no pasa nada y todo
sigue tranquilo.
Zuleima Pinto
¡Ah mundo!
La negra Juana,
¡la mano
que le pasó!
Se le
murió su negrito,
sí, señor.
—Ay, compadrito del alma,
¡Tan sano
que estaba el negro!
Yo no le
acataba el pliegue,
yo no le
miraba el hueso;
como yo me
enflaquecía,
lo medía
con mi cuerpo,
se me iba
poniendo flaco
como yo me
iba poniendo.
se me
murió mi negrito;
dios lo
tendría dispuesto;
ya lo
tendrá colocao
como
angelito de Cielo.
—Desengáñese, comadre,
que no hay
angelitos negros.
Pintor de
santos de alcoba,
pintor sin
tierra en el pecho,
que cuando
pintas tus santos
no te
acuerdas de tu pueblo,
que cuando
pintas tus Vírgenes
pintas
angelitos bellos,
pero nunca
te acordaste
de pintar
un ángel negro.
Pintor
nacido en mi tierra,
con el
pincel extranjero,
pintor que
sigues el rumbo
de tantos
pintores viejos,
aunque la
Virgen sea blanca,
píntame
angelitos negros.
¿No hay un
pintor que pintara
angelitos
de mi pueblo?
Yo quiero
angelitos blancos
con
angelitos morenos.
Ángel de
buena familia
no basta
para mi cielo.
Si queda
un pintor de santos,
si queda
un pintor de cielos,
que haga
el cielo de mi tierra,
con los
tonos de mi pueblo,
con su
ángel de perla fina,
con su
ángel de medio pelo,
con sus
ángeles catires,
con sus
ángeles morenos,
con sus
angelitos blancos,
con sus
angelitos indios,
con sus
angelitos negro,
que vayan
comiendo mango
por las
barriadas del cielo.
El poema me da a entender que: los pintores se olvidan de donde provienen y cambian su pueblo por el extranjero, que de aprender de pintores viejos nos roba la palabra ante algo nuevo. También puedo entender que no se le da valor a lo autóctono si no más a lo extranjero, es por eso que la madre desconsolada por la pérdida de su hijo le pide a algún pintor que le pinte angelitos negros.
Natalia Cano
Si tuviésemos la fuerza suficiente
para apretar como es
debido un trozo de madera,
sólo nos quedaría entre las manos un poco de tierra.
Y si tuviésemos más fuerza todavía
para presionar con
toda la dureza esa tierra,
sólo nos quedaría entre las manos un poco de agua.
Y si fuese posible aún oprimir el agua,
ya no nos quedaría entre las manos nada.
Esta imagen me da a entender lo hermoso
que es la naturaleza y ya que el ser humano no está conforme y quiere siempre
obtener más, lo está destruyendo y no ve lo hermoso que es así tal y como está.
Mateo Valencia
Cuando naciste,
Llamaste a la luna
Por su nombre.
Tu madre, no te canto
Canciones de cuna
Porque estaba muerta.
A los veinte años,
Cuando tus ojos eran
ciegos,
Un gótico destino.
…y la poesía.
Tu juventud buscaba.
Desde una calle te
llamo
Desde las ramas de la
noche,
La poesía toco tus
manos,
Y tú, la hiciste tu
novia.
Este poema está dedicado a Pablo Neruda y nos hace pensar
en el amor a la poesía, la vida, la muerte y la soledad. También encuentro
relación con la situación actual por la cual estamos pasando, en la que el
temor a la muerte acecha y debemos aferrarnos por el amor a la vida, y a lo que
nos gusta en ella y las cosas que nos enamoran de estar vivos.
“El saber que las cosas se acaban, terminan y no son
infinitas hacen que las valoremos aún más.”
Ferney Villegas
Que miedo tuve al ver que mis raíces no eran profundas,
y que hondo me ahogue en un círculo que no eran perfecto.
cuanto me odie al ver que no me amabas suficiente.
no sabes cuanta rabia. no sabes cuanta ira.
Que doloroso el atardecer que no puede contarte,
Y que duro el golpe contra cuerpos que solo eran aire.
Cuantas veces hui de esas verdades puntiagudas.
No sé cuántas horas. No sé cuántos fracasos.
Que humano fui y cuanto me culpé por ello.